sábado, 16 de abril de 2011

Uno, dos, tres... y ¿cuatro? Olvídate...

"A la mierda. A la mierda la bicicleta. Así se titulaba uno de los libros que más veces había leído de niña, pero eso se quedaba corto en comparación con las ganas que tenía de mandarlo todo a paseo. El pasado, el presente y lo que eso pudiera condicionar el futuro. Se iba a ir todo por el retrete. ¿Para qué pensar en los demás si nadie va a tomarse la molestia de pensar en qué coño puedes sentir tú? No lo has hecho bien, has cometido errores y has acertado en algunas cosas pero siempre, siempre has dado todo de ti, sin importarte que ocurriría al día siguiente contigo, pensando siempre en la persona que estaba a tu lado, ¿y para qué? se preguntaba ella mientras recorría aquella inmensa y gris playa. Para acabar como siempre, sola y jodida. Y como si respondiera a su estado de ánimo, empezó a llover. Pues no, ya bastaba. Tenía demasiadas arrugas en el alma como para dejarse engatusar por el primer hombre de tres al cuarto con mirada felina y ojos oscuros que se cruzara en su camino. Ya sabía a dónde llevababa aquél sendero sin falta de recorrerlo, y él no lo entendía, para él era un simple paseo. Pues para ella no. Para ella era una mierda más en su camino, una pieza de toque por la que no estaba dispuesta a pasar, un riesgo que el cuerpo no le pedía correr. Un fraude, un engaño. Un animal sin carisma, con el que no le apetecía batirse en duelo. Olvídala no es para ti, por mucho que le apures las horas a la madrugada y la sumerjas en la mañana, el sol no enmascara a los cobardes, los delata aún más. Ni la distancia, ni las palabras escogidas con sumo cuidado, ni las verdades a medias, nada, nada enmascara a un cobarde. Pero no debían preocuparse, con ella eran cobardes todos, el problema era que lo fueran consigo mismos... eso tenía más difícil solución"

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