Un rincón para sentir, para dejarse llevar, para volver y para empezar... para volver a ser la niña que cada noche soñaba escuchando la radio asomada al alféizar de su ventana; para empezar a ser la mujer que cruzó la puerta de su pequeño paraíso para irse, vivir y anhelar volver.
Mi otra cara, la que busca ser profesional...
sábado, 16 de julio de 2011
Princesa de papel.
"Se aferraba a la sábana como si aquello fuera a darle el afecto que necesitaba. Aquel pequeño somier en el cuarto de servicio se le hacía grande y el colchón de plumas duro. No era cama para una princesa, pero ella no tenía claro si quería seguir siéndolo. Para qué subir, para qué intentar rozar con la punta de los dedos las pequeñas cosas que de niña anhelaba si la ahoga el temor a perderlo todo. Para qué intentar atrapar una estrella, si cada vez que se pone de puntillas para cogerla alguien le ponía la zancadilla. Allí, en el cuarto de servicio, estaba bien. No había ventanas, asi que no podía soñar con la luna. No entraba el sol, así que no veía como su melena rubia se apagaba con el paso de los días. Las ojeras y el frío envejecía la piel de su rostro hasta hacerla similar a la de su corazón. No confiaba en que nadie la dejara ser feliz, quizá no lo merecía. Quizá había hecho tanto daño aprendiendo a ser mujer que ahora no había nada en el mundo que pudiera reparar el vacío que ella misma se iba creando. Él no tenía derecho. Había sido su amiga y confidente, su hermana mayor.. y ahora, ahora no era nada, era una cualquiera, porque la lujuria y el alcohol le cegaba. O quizá la que había estado ciega de cariño había sido ella. Quizá aquel dia estaba aprendiendo otra lección, o quizá solo ponia otro pesado lastre a su espalda. No es oro casi nada de lo que reluce apuntó en el resquicio mas triste de su mente. Volvía a sentirse defraudada. Le escocían tanto sus últimas palabras de desprecio que abría el grifo de la bañera y se sumergía en ella para llorar sin que nadie se diese cuenta y limpiarse de tanto reproche. Nunca era tarde para sentirse sucia y gris de nuevo. Sólo había algo que hacía de aquella mañana una mañana diferente, y era pensar que algún rincón de aquella ciudad, alguien pensaba un poquito en ella. Princesa de papel la llamaba su doncella, en cuanto llovía se deshacía como una niña entre sus brazos y se le emborronaban las letras de amor en sus ojos. Un amor que siempre describía pero que jamás supo sentir.
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