viernes, 12 de agosto de 2011

Como nunca antes...

Estoy recuperando un millón de sensaciones que deberían alejarme de ti y no hacen más que conseguir que te tenga más presente. Estoy sola, estoy en mi habitación y estoy frente a un folio en blanco... tres cosas que hace mucho que no experimentaba, que me llevan al pasado, a la que era antes de conocerte, y que no consiguen que te deje atrás. Pero no es sólo eso, a lo largo de esta semana apenas he podido ver que sonrieras al verme, ni siquiera me has acostado con mensajes cariñosos y casi no hemos rozado nuestras manos. Mil historias han llamado a mi puerta prometiéndome mil cosas que no me importa si eran de verdad o no, porque esta misma mano que no has rozado ha cerrado todas ellas con cuatro llaves y las ha tirado al mar.

 ¿Sabes? No creo que seas consciente de lo que despiertas en mí, o quizá no quieras serlo porque yo no despierte en ti lo mismo, a estas alturas importa poco ya porque lo mio no puedo ni quiero evitarlo, soy de esas que prefiere hundirse a quedarse mojada en la orilla con la sensación de no haber vivido. No me pregunto si esto va a pasar de septiembre o si morirá para entonces, creo que tengo un curso entero para llorar por ello y lo tengo asumido, es algo de lo que no pienso ocuparme ahora. Pero hay ciertas cosas que dentro de toda la confusión que también despiertas en mí que tengo muy claras. No me paro a preguntarme si lo que siento por ti o contigo crecerá, si se me irá de las manos o se me caerá el mundo a los pies cuando no te tenga. Sólo quiero que estés cerca hasta entonces y comprobarlo en mí misma, aprender y madurar con lo que dejes en mí quieras seguir a mi lado haciendo que crezca o no. Pídeme que te olvide, y no podré pero lo aceptaré si eso te hace feliz. Pídeme que te quiera y perderás el tiempo, porque ya lo hago. Pero no me pidas que te quiera a medias, porque te quiero sin querer y eso es algo que escapa a mi voluntad, que siempre ha prescindido de ese verbo.


He deseado muchisimas veces ser la chica más normal del mundo, no tener sueños, ni inquietudes y tener una vida estable que ofrecer a quien me pueda llegar a querer. Pero no soy esa chica y pocas veces lo he lamentado tanto como ahora. Sé que no resulto fácil de querer y que probablemente nadie lo hará nunca por todas las complicaciones que ello conlleva. Soy un puñado de huesos adornados por un culo de colombiana que no para, una cría que volvería loco a cualquiera con sus reflexiones en voz alta, sus idas de olla o su manera de comprender o no comprender el mundo. Pero no una chica normal. Sólo me acerco a sentirme así cuando estoy contigo, cuando me miras como si no hubiera ninguna otra capaz de hacerte sentir esas cosas, cuando me tocas como si fuera la más bonita del mundo o cuando me sonríes como si me garantizaras que nunca vas a dejar de hacerlo. Aunque no sea cierto, es el regalo más bonito que me han hecho nunca. Mi futuro está en Madrid, pero ahora estoy aquí y estoy sólo para ti. No me dejes de lado tan pronto, no quieras más al miedo que a todo lo que aún podemos experimentar juntos. Porque si algo he aprendido desde que estoy fuera es que el tiempo puede convertirse en el peor de tus enemigos si no lo comprendes, pero que puede dejarte momentos maravillosos si aprendes a aprovecharlo. No hay nada como estar lejos de lo que quieres para aprender a valorarlo, y ahora sé que cada minuto es importante, que cada detalle cuenta y que cada esfuerzo se ve recompensado. Me da igual la tele, me da igual la rutina, me dan igual todas las complicaciones que el día me calce... si ese día ha merecido la pena es un día que te ha dado el tiempo y no un día más de los que suele robarnos el resto de nuestras vidas. Tú haces que esos días merezcan la pena, y ya lo dice Luis Fonsi, quiero amarte hoy, por si no hay mañana. Me parece justo, déjame ser yo... déjame tirarme cuesta abajo sin frenos, de otro modo me matas. Tú está claro que puedes y podrás vivir sin mí, y yo que ahora mismo no sé hacerlo sin ti, lo más justo sería que me dejaras llevarme esos momentos conmigo. Asumo y firmo en esta carta todos los riesgos que conlleva quererte, pero no me ates... me hago responsable de los daños en mí y prometo evitar los tuyos.

 Dijiste que te gustaba mi voz, y te la di... fue humillante, pero te la di. Mi cuerpo no hay duda que para mi desgracia ya sólo te pertenece a ti y eso sí que se escapa de mis manos. Y siempre quisiste mis palabras y aquí las tienes. Son las que me alejan de ti, escribir así ha hecho que esté en Madrid. Son como tú, odio escribir bien, odio quererte tanto. Pero sois dos de las cosas que dais sentido a mi existencia.


“Para tu tranquilidad me tienes en tus manos, para mi debilidad el único eres tú...”



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