jueves, 5 de mayo de 2011

Cuando lloras...

Que corta aquella noche, nuestra última noche. Apenas nos dio tiempo a dormir porque yo tenía que acabar de hacer las maletas. Había estado tan ocupado viéndote pasear desnuda, mirándome por encima del hombro, jugando con tu melena... deslizándote por encima de mí aquella semana que lo que menos me importaba era coger aquél avión. Recuerdo que me dijiste que no me enamorara de ti, y también que no exagerara, que no eras tan bonita como yo decía... que sólo eras bella cuando llorabas. Te dije que aquello era imposible, eras maravillosa. Hasta que me miraste, me diste las gracias por haber sido el único hombre capaz de hacerte sentir querida, y rompiste a llorar... lentamente, tus ojos empezaron a inundarse y a brillar como el cristal vivo, las lágrimas se batían en ellos cual olas en el mar, más azules que nunca. No sé cómo pero tu mirada se hizo mucho más intensa y penetrante, a la par que vulnerable y sincera. Tu  boca dudaba, luchando por decir cosas para las que no tenía palabras. Tú nariz recorrió lentamente la mía, humedecida por tus lágrimas. Y soltaste mi mano. Tenías razón, cuando llorabas eras lo más tristemente bello que mis ojos habían visto nunca. Supe entonces que cuando lloras eres aún más bella porque dejas que tus ojos reflejen el alma que nunca dejas salir de tus labios.Y aun así te extraña, que me haya enamorado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario