Un rincón para sentir, para dejarse llevar, para volver y para empezar... para volver a ser la niña que cada noche soñaba escuchando la radio asomada al alféizar de su ventana; para empezar a ser la mujer que cruzó la puerta de su pequeño paraíso para irse, vivir y anhelar volver.
Mi otra cara, la que busca ser profesional...
jueves, 26 de mayo de 2011
La amistad mató más que el roce.
Estaba harta. Estaba harta de estar para el mundo y que el mundo no estuviera para ella. Cada vez que él la había necesitado había aparcado sus sentimientos y sus cosas qué hacer, porque su felicidad era importante para ella. No había horarios, ni compromisos, ni tan siquiera prejuicios... eran amigos, y eso estaba por encima de todo. Pero sabía en sus adentros que llegaría el día en que eso se terminaría, y que ese día sería el día en que ella necesitara lo mismo. Jamás recibía lo que daba, en cuanto las cosas volvían a su lugar y ellos recuperaban su felicidad, ella pasaba a un segundo plano. Una palabrita a lo lejos y una palmadita en la espalda bastaría para ayudarla, cuando ella había sacrificado en su cama, mañanas y tardes sus besos, sus brazos y todo su tiempo en hacer lo propio con él. Se había acostumbrado a la fuerza a vivir del calor de invernadero, qué tan pronto como llega se va, y lo único que la mantenía viva era sentirse importante para alguien, aunque sólo fuera unas horas al día. Se había cansado de vivir entre la duda y lo incierto; de esperar a que la necesitaran para poder necesitar. Las riendas de su vida estaban cubiertas de polvo; de apariencia decidida, fuerte y distante, por dentro se moría ligando su felicidad a la de los demás. Sonó un gran estruendo en lo más profundo de su ser los pocos segundos que se cruzaron sus miradas: la admiración y ternura que despertaba en ella con su carita de niño malquerido se había caído desde las alturas, ya no toleraba más verdades a medias, más juegos de manos y palabras. Su amistad con derecho a roce había tocado a su ocaso; nunca funciona cuando es uno sólo el que decide cuándo es amistad, cuándo roce y cuando nada. Aquella noche les había fallado la amistad, el roce importaba ya poco para ambos. Tenías razón cielo, la vida no te ha tratado bien y debes ser egoísta; lo has sido conmigo, y mucho. Eres libre de no creer en nada, pero cuida a la mujer que cree en ti, porque la que amas no lo hace y aquella no va a estar siempre que quieras olvidarte de ello.
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