lunes, 30 de mayo de 2011

Qué lejos...

Sabía que podía llegar el día en que te superaras, en el que siguieras siendo capaz de sorprenderme a mí y lo que es más importante, sorprenderte a ti, pero no pensé que fuera a llegar ahora, aquí y entre nosotros, cuando más frío, más oscuro y más frondoso estaba el camino entre este par de idiotas. Que si los silencios en el amor pueden ser maravillosos, en la amistad atentan contra los cimientos y los lazos de seda y plata que unen invisiblemente nuestras muñecas... y la culpa fue de esta idiota que se omnubiló por el futuro, dejando que la niebla humedeciera las hojas llenas de versos que cubrían sus pies aún hoy. Y es que ese fue el problema... te creíste sólo versos, sólo hojas húmedas que se pueden borrar con la brisa, oscurecer con el polvo, desaparecer con la niebla u olvidar con el tiempo, y no, tú eres mucho más que eso. No sabría hacerte ver sin palabras, sin tiempo, sin tocarte... que nuestra locura no tiene fecha de caducidad, que que pasen diez minutos, diez días o diez meses desde la ultima vez que roce tu mano, lea tus versos o responda tus miradas, no quiere decir sino que no mereces menos que lo mismo que das, y no puedo estar a la altura y busco yo también el momento para estarlo. Que si bien sentimos también padecemos, y que si vemos gigantes en los molinos, un cuerdo sería consecuente con ello y los derribaria, un loco, pararía a recitarle sus dudas al molino... loco de su locura. Y así somos tu y yo, y jamás, jamás... te dejes convencer de que tu locura es tal, porque vivirás cuerdo y rodeado de dilemas. Las mejores cartas de amor están escritas por los que no están enamorados, más de una vez lo leí y hace unos meses fui testigo de ello... sin embargo ese amor, tan poético y subjetivo, es más físico y material de lo que imaginamos pues ni se crea ni se destruye. Tú lo llevas dentro, siempre contigo y le das forma y amoldas para compartirlo con los que te rodeamos, y vuelve a ti, que eres su unico dueño, después de trazar de una forma irreal, personal e inolvidable todo lo que te toca. Y eso es lo que no debes perder nunca, porque quieras o no, es lo que yo seguiré sintiendo desde la distancia, incluso, cuando ni tu voz, ni tus palabras ni tus ojos me toquen... desconfía de lo que veas, pero jamás pienses que todo ha sido irreal hasta que lo oigas en mis ojos o lo veas en mi voz.

Gracías por haber hecho mi vida más bohemia cuándo más cercana a la realidad estaba. Que la luna te haga sentir mis venturas y desventuras si mi voz tarda, ella será mi fiel reflejo, fría y sola todas las noches contigo. Pero que la noche sin luna no te asuste ni te aflija. Tan sólo se ha ido parar recuperar su luz de nuevo y volver a ser quien era.

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