lunes, 30 de mayo de 2011

Imposible.

Y pasaba el tiempo sin poder contarlo, porque contaba los mil brillos que se reflejaban en tus sonrisas y ahora el reloj arrastra todas sus horas cual cadenas y sus minutos cual pellizcos, a la fuerza, sin sentido. Quedamos en irnos, tú de alma y yo de cuerpo, tú ya estabas ido cuando ella vino y ahora soy yo la que, sin despedirse, ha puesto tierra de por medio y seguido su camino. Te cojo el teléfono, me reconforta oír tu voz y sé que a ti imaginar mis ojos, pero no te equivoques, cuando vuelva todo seguirá como cuando me fui. Cuelga mis besos, marca su número, llama a tu vida, borra de tu agenda la mía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario