Un rincón para sentir, para dejarse llevar, para volver y para empezar... para volver a ser la niña que cada noche soñaba escuchando la radio asomada al alféizar de su ventana; para empezar a ser la mujer que cruzó la puerta de su pequeño paraíso para irse, vivir y anhelar volver.
Esa extraña necesidad de aliviar tu pesar, de compartir tu soledad. De que mi cuerpo sea tu abrigo cuando el corazón se canse de volar a la altura a la que el suyo no vuela contigo.
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